El budismo no es sólo una enseñanza religiosa y filosófica. Si lo aceptas, puede ayudarte a deshacerte por completo de las preocupaciones innecesarias, empezar a disfrutar de las pequeñas cosas y olvidarte de la ansiedad y el estrés. Las cinco reglas, tal y como las propusieron algunos de los más renombrados líderes espirituales, el Dalai Lama XIV y Titus Nath Khan, son una guía de fácil comprensión del budismo que seguramente le será de utilidad en su vida diaria.
Primer principio: el sufrimiento como ocasión de desarrollo
Ningún ser humano es inmune al dolor, la preocupación y el malestar. Los budistas dicen: la depresión y la desesperación son causadas por nuestra incapacidad de controlar nuestros deseos. La meditación, el cumplimiento estricto de unas reglas sencillas y, lo más importante, aceptar y utilizar el dolor como un recurso valioso pueden ayudarte a alcanzar el nirvana.
El monje vietnamita, maestro espiritual y sabio oriental Tit Nhat Han, al igual que otros preceptores, no tiene prisa por prohibir el sufrimiento y devaluar el dolor mental. En sus libros, está dispuesto a explicar a todos aquellos que no pueden restablecer el equilibrio interior por qué la capacidad de estar molesto, experimentar malestar e incluso el pánico es tan necesaria para el crecimiento espiritual y la armonía.
Segundo Principio: Responsabilidad
Todo lo que haces, piensas y sientes es únicamente fruto de tus deseos y esfuerzos. No hay ningún poder superior ni previsión que pueda determinar tu destino, sólo tú eres responsable de cómo resulta tu vida. Los adeptos del budismo están seguros: el objetivo final de una persona que ha decidido de una u otra manera atar su vida a esta enseñanza es alcanzar la Iluminación. El primer paso hacia el objetivo final es aprender a asumir la responsabilidad de cada una de tus acciones.
Tercer principio: Variabilidad de la vida
La energía vital no es estática. Y quien intente aferrarse a esta o aquella forma, por muy bella que sea, está condenado a sufrir. Sólo la imparcialidad y la capacidad de observación ayudarán al seguidor de las enseñanzas budistas a aceptar todos los cambios con igual serenidad, como si fueran sólo pequeñas piezas de un gigantesco mosaico.
Cuarto principio: no hay un yo separado
La ley budista del cambio también se aplica al yo separado. Al igual que todo lo que vemos, el individuo está sujeto a una transformación permanente. Sin embargo, se produce en estrecha relación con todos los procesos universales, es decir, no existe por sí mismo. Por lo tanto, sería fundamentalmente erróneo creer en un yo separado y en sus deseos egoístas, ya que esto no traerá más que decepción.
Quinto principio: El amor es alegría y buena voluntad
Los budistas creen que hay cuatro elementos del amor que lo hacen verdadero. La benevolencia te permite ser tolerante con tus seres queridos, la compasión te permite comprender las preocupaciones y el dolor de tu pareja, la serenidad te permite evitar conflictos innecesarios, y la alegría que te proporciona tu sentimiento preservará tu unidad espiritual durante años.